Hoy termina la feria del libro. El viernes estuve allí. La verdad me impresionó mucho. No tuve la suerte de ver a ningún famoso como Álvaro, pero si vi a un ratón gigante firmando libros infantiles.
Después de cruzar el pasadizo del metro, esquivando caca de perro y todo, Me encontré de lleno en el Retiro. Nunca había estado en esa parte. Era una tarde agradable, soleada y con la temperatura adecuada para pasear, así que empecé a caminar. No había mucha gente, y la feria no estaba a la vista, así que instintivamente giré en un par de “rotondas” y me encontré en medio de casetas repletas de libros.
Ese olor. El olor a libros mezclado con el olor a naturaleza. Creo que lo que más me atrae de las bibliotecas y librerías, sin contar los libros, es el olor.
Empezaba mi aventura. Aparte de investigar en las casetas iba detrás de un libro que me habían recomendado: Las hijas de la luna roja, de Ángeles de Irisarri. Empecé a preguntar en aquellos cubículos llenos de libros. La respuesta de los libreros: Está descatalogado, no lo vas a encontrar, si quieres tenemos el último “La Artillera”.
Así una y otra vez. Pero llegué a una caseta casi al final del paseo regentada por un hombre joven. Volví a repetir:
- Hola, buenas tardes, ¿Tenéis Las hijas de la luna roja, de Ángeles de Irisarri.
- ¿Te gusta Ángeles de Irisarri?
- Pues aún no lo sé, me la ha recomendado un amigo
- ¿Tu novio?
- No, un buen amigo. Cree que puede gustarme.
- Espera un segundo - Estuvo mirando en su portátil y rebuscando en unas cajas que tenía debajo del mostrador - Pues no lo hemos traído, y en la tienda creo que no queda. Vamos a hacer una cosa – me dijo cogiendo una tarjeta – Este es el nombre de la tienda. Vete cuando quieras y si no lo hay te lo pedimos. Y… -Extendió su mano, cogió un marca-páginas y sacó de su bolsillo un bolígrafo – Mi nombre es Jose y este es mi teléfono. Llámame cuando quieras, y no tiene que ser ni en horario de trabajo ni por temas de libros. Si te apetece podemos tomar un café la semana que viene.
- Muchas gracias Jose – dije sonriendo un pelin nerviosa y cogiendo el marca-páginas – Mi nombre es Isa y… Me lo pensaré. – Sonreí un poco más y seguí mi camino.
No me lo podía creer. Había ligado. ¿Si?, ¿no?. No se. Mientras encajaba lo que me había pasado me compré 4 libros. Cargada con las bolsas me disponía a comprar algo de beber para sentarme en un banco y revisas relajadamente mis compras. Por el camino me paró un chico de una ONG para que diera una donación. Le explique que ya colaboraba con otras ONG. El chaval sacó un papel. “Te voy a poner la página Web para que le eches un vistazo, y mi nombre es Dani y este es mi numero de teléfono. Llámame cuando quieras para tomar un café y podemos charlar un rato.”
“Muchas gracias Dani. Mi nombre es Isa y te prometo que miraré la página Web.”
He vuelto a ligar…. ¡Pero justo con el mismo método! Debe de ser el que estaba de moda este año en la feria.
De todos modos me he ido con dos marca-páginas personalizados y con una subida moral que me ha sentado fenomenal.
El año que viene repetiré, para descubrir cual es el método nuevo de ligoteo y, si tengo suerte y lo aplican conmigo, os lo contaré.
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