Según la RAE, comida fraternal de carácter religioso entre los primeros cristianos, destinada a estrechar lazos que los unían. Y por extensión Banquete.
Los ágapes de empresa son un mundo aparte, y no corresponden ni a la definición que da la RAE ni a su extensión. Vamos a dejarlos en el medio, por no desilusionar a nadie, que es navidad, y hay gente que acepta pulpo como animal de compañía.
Todo tiene que ser súper sofisticado y con unos nombres tan raros que no sabes lo que estás comiendo ni cuando lo pruebas.
Pero empecemos por el principio… La invitación al evento. La invitación es una especie de llamamiento al comer. Para que acudas, te ponen en primera plana que “la comilona” es a partir de tal hora, la cual suele ser un poco antes de que termine tu hora de trabajar, para que aquellos que no quieren ir se sientan obligados a ello, bien por salir antes, bien por llevar a los compañeros que no tienen medio de transporte. Lo que remata esta colorida cartulina es la hoja anexa con el menú que tienes que descifrar.
Siempre hay algunos que llegan pronto. A esta gente la podíamos dividir en dos grupos. Por un lado están los que llegan demasiado pronto y descubren que no está ni siquiera el tinglado montado cuando el encargado de organizar la fiesta los pilla por banda y les encarama los carteles, soportes de altavoces y demás material para colocarlo todo en su sitio antes de que lleguen los pertenecientes al otro grupo de adelantados. Esos son los que llegan de primeros con todo montado y se dedican a situarse en los lugares estratégicos de la sala para ponerse como C……. a comer (que seguramente sean los que al día siguiente tendrán el estomago un poco suelto, por haberse atrevido a comer de todo… si es que la gula no es buena) Entre estos seres siempre puedes encontrar los de una especie muy singular. Por lo general son bajitos y con un apetito insaciable, y como vean que un camarero se atreva a pasar por delante del grupo con un pinchito nuevo en su bandeja plateada y no se digne a ofrecerlo a su grupo, se escabulle entre la gente gritándole al pobre para cogerle la manga, probar uno de los pinchitos y conducirle a junto de sus amigos para que ellos también puedan deleitarse con, por ejemplo, pulpo con chocolate. PERO QUE ES ESO!!!!! Pulpo congelado con textura de chicle bañado con un pringue de Paladín a la taza… que no, que con la comida no se juega.
Teniendo en cuenta lo anteriormente mencionado, los listos terminan advirtiendo a sus amigos de lo que se puede y no se puede comer. Es decir, uno de un corrillo prueba la tortilla y cuando la muerde le da la sensación de que está comiendo un puñado de arena de la orilla de la playa, entonces, solidariamente, te dice… Ni se te ocurra probar la tortilla! Y tú, como confías en él, pues ni se te ocurre probarla ni la pruebas claro.
Por tanto, terminas comiendo dos croquetas y tres empanadillas congeladas. No te enteras que reparten ni champán ni pastel ya que a ti no te llega y terminas la comida devorando una ensaimada de postre con la tercera caña. Porque esa es otra. Como has comido tan poco, y has bebido lo suficiente para olvidarte de que tienes hambre, empieza la procesión al baño, peo corriendo, porque siempre hay alguno en la puerta de la sala recordante que “dentro de un ratito hablará el jefe; corre o te lo pierdes”.
En cuanto terminan los aplausos después del discurso, una neblina desciende sobre nuestras cabezas (vale, es el humo de los cigarros que indica que ya han empezado las copas, pero así queda más mono) y nos hace entrar en un mundo de felicidad, donde todo lo que oigas a partir de esos momentos sabes que va a ser verdad pero en ocasiones desearías no haberlo oído y ves a los jefes que nunca te hablaron dándote dos besos y sonriendo mientras te desean feliz navidad.
En fin… Podría extenderme mucho más, pero creo que a partir del baile de Paquito el chocolatero son cosillas que no se pueden comentar y que tampoco van a influir en su definición.
Bicos
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