Ayer estuve en el desfile de celebración del Día Internacional del Orgullo LGBT (lesbiana – gay – bisexual – transexual) o Día del Orgullo Gay, que es como lo conoce la mayoría de la gente. Se celebra en muchas ciudades del mundo, casi todas en el hemisferio norte, y siempre en torno al día 28 de junio, ya que fue este día, hace 40 años, en el que se produjeron los disturbios en Nueva York supuestamente en contra de la mafia que dirigía un local donde los homosexuales podían bailar, conversar y por supuesto ligar, pero que terminaron días después con gays apaleados y en la cárcel. En vista de lo ocurrido, el Jefe del Gobierno de la ciudad prohibió lo que se llamaban “señuelos”, que consistía en que un policía podía colarse de incógnito en ese bar, ponerle la mano en el muslo a un cliente y después de unas copas salir fuera y concertar una cita, donde inmediatamente los esposaban. Un año después, se celebró con un desfile este paso…
La verdad es que impresiona. Empecemos con mi aventurilla…
Llegué al centro neurálgico de la fiesta en metro… Iba lleno. Salvo una señora que se bajó en “Núñez de Balboa”, todo el tren iba cargadito directo a Chueca. Nada más salir te encuentras el primer escenario, la plaza repleta de gente de todas las edades, colores y condiciones. Primera parada… un bar gay, bastante Light, para poder introducir en el ambiente a un coleguilla… más tarde nos vamos a ver el desfile.
Ya que vamos, nos metemos de lleno. Nos pusimos en Gran Vía. Se notaba que la gente estaba de buen rollo. El agua no dejaba de caer de los balcones para refrescar a los mortales que estábamos al sol… Se agradece. La policía arranca haciendo hueco al camión que anuncia el principio del desfile. Demasiada gente delante para verlo. Sólo divisamos las banderas y las plumas de algunas Drags que sobresalen entre tantas cabezas. Un abuelo empieza a bailar en uno de los balcones y la multitud que nos rodea lo anima. Vuelve a caer agua, con cubo y todo, que menos mal que se quedó encima del letrero de la farmacia, ya que si pilla a alguien... Llega la primera carroza. Tira preservativos, y uno de ellos lo coge una chica que está a mi lado y es alérgica al látex, pero su amiga no puede desaprovechar la ocasión. Lo abre, se pringa de lubricante, pero al final termina hinchándolo, lo pincha en un palito y se lo coloca en el moño a la alérgica, mientras una niña de unos dos años que estaba colocada de forma estratégica en los hombros de su padre para ver todo el desfile intenta cogerlo, pero al tocarlo se arrepiente… Un par de chicas guapísimas que tengo enfrente se empiezan a besar…
Al paso de la segunda carroza ocurre lo inevitable… Debería de haberle advertido a mis acompañantes que, si vas a algún lado conmigo, siempre pasa algo, y claro, pasó.
Una madre se empezó a poner un poco nerviosa viendo que todas las personas que la rodeaban doblaban en altura a su cachorrillo humano (como dicen algunos por ahí) y empezó a empujar. De repente se formó una avalancha que me dejó atrapada entre un chico y una moto… El chaval guapísimo. Su novio se da cuenta de la situación y me echa también una mano. Menudo brazo. Paso el primer obstáculo, pero me encuentro con la segunda moto. Cae la primera sobre mi pierna. Siguen tirando de mí. En cuanto me libero logro pasar junto al contenedor. Buf, me tiembla todo el cuerpo. Nos vamos, necesito algo de beber. Nos dirigimos a Chueca. En el camino vemos chicas que parecen chicos, chicos que parecen chicas. Un tutú con plataformas (sólo llegué a ver eso, supongo que iría alguna persona dentro). Pelucas, muchas pelucas, adornadas con banderas de todos los colores. Después de la del arco iris, destacaba la asturiana.
Llegamos a uno de los pocos bares donde aún podías sentarte. El camarero desquiciado no paraba de repetir “el baño es solo para clientes”. Una chica súper ebria intenta mantener una conversación con nosotros. Imposible, no vocaliza. Su compañera se la lleva. Terminamos nuestra caña. Decido ir al baño antes de de proseguir la aventura. Menuda cola. La mitad chicas, la otra mitad no, pero si vestidas como nosotras, y todas quieren entrar en el baño de mujeres. Pienso… Venga, en el de tíos no hay nadie. Tenía hasta papel.
Ya en todo el meollo ligamos, bueno no, liga uno de mis amigos con un chico muy guapo que iba en una fila tipo tren… Pregunta, sin dejar de mirarlo y a un “petitsuis” de darle un beso y tocarle el culo ¿Es tu novio? Al verle la cara contesto que SI. Buf, de la que le he librado. Al chaval le van las chicas. Si no fuese así habría triunfado seguro. Después de recoger a la otra mitad del grupo nos vamos dando un gran rodeo a la Gran Vía. Al rato la policía empieza a abrir el tráfico. La gente se levanta poco a poco. A la poli les dejan pasar, pero los coches que vienen detrás lo tienen un poco más chungo. Un ratillo después nos miramos los pies. Ya llevamos mucha tralla. Nos dirigimos a Cibeles para pillar un taxi.
Fin de la noche.
Lo que más me ha gustado… Más de un millón de personas celebrando esta gran fiesta, que, por expresarlo de alguna manera, se ha convertido con el paso de los años en la fiesta para reivindicar la aceptación de personas que tienen una orientación sexual distinta de la que se supone que es la normal. Espero que algún día se celebre que ya no es necesario celebrar este día.
Bicos a todos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Precioso reportaje... se nota que lo has pasado de lo lindo. Me alegro!. Edi
Deberían convertirse en las fiestas oficiales de Madrid... Vaya despiporre!!
Publicar un comentario